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Lo que empezó en la exclusividad de las historias de ciencia ficción se está convirtiendo rápidamente en una realidad diaria, ya que cada día más empresas y fabricantes emplean la tecnología biométrica dentro de su política de seguridad interna, tanto para sus empleados como para la protección de datos.

La biometría es una tecnología de reconocimiento basada en la identificación de una característica física intransferible, como por ejemplo la huella digital, el rostro, o la iris. De esta manera, en vez de una contraseña, la información crítica de las empresas está protegida por un sistema de reconocimiento personal.

Según un estudio realizado por IBM, el uso de tecnología biométrica es visto de buena manera en lo que respecta al acceso a aplicaciones de dispositivos móviles por parte de los usuarios. Además, el reporte indica que los usuarios prefieren establecer este tipo de medidas de seguridad cuando se trata de cuentas bancarias, realizar pagos, o conocer el estadio de sus inversiones.

En el caso de las aplicaciones financieras, un 70 por ciento de los encuestados afirma priorizar la seguridad en el acceso, contra un 14 por ciento que indica que la comodidad es su prioridad. Los números son similares a los campos como compras online, o aplicaciones de trabajo.

Ahí es donde entra la tecnología biométrica, ya que en cuanto a identificación no hay mecanismo que se le asemeje y al mismo tiempo, es más cómodo que cargar una tarjeta o recordar una contraseña para el usuario final.

Los medios que facilitan la adquisición de mecanismos de seguridad son siempre bienvenidos en las empresas por parte de los responsables de Seguridad Informática, ya que promueven un buen balance esfuerzo/beneficio garantizando altos niveles de adhesión por parte de los usuarios.

Para acceso físico, por ejemplo, ya son mayoría las empresas que adquieren sistemas biométricos en comparación con los accesos por tarjetas (magnéticas, proximidad, RFID, etc.). Si bien estos mecanismos fueron fundamentales para agregar seguridad física en el pasado, la disponibilidad del acceso biométrico los vuelve prácticamente obsoletos en ciertos contextos.

Así y todo, vale la pena mencionar una de las desventajas de este sistema que se aparenta tan práctico. Para evitar la alteración o robo de datos biométricos, siempre conviene autenticar el acceso de más de una manera. De esta manera, no solo alcanza con el reconocimiento facial, sino también es necesaria la huella dactilar.