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A raíz del abrupto y completo impacto de la pandemia de COVID-19 a nivel global, muchas empresas se han paralizado y la sociedad completa se ha volcado a un modo de vida distinto al usual, tanto en costumbres higiénicas como en hábitos, comunicación y actividad.

No fueron los CIOs ni los CEOs los que decidieron iniciar la tan mentada transformación digital: fue finalmente un virus microscópico quien disparó la pregunta y la respuesta para que las compañías comenzaran transformaciones sin precedentes: interpeló los procesos, desafió los árboles de decisión, interrumpió los canales de comunicación personal y desembarcó con sus restricciones sanitarias en el mundo empresarial: no hay empresa que no haya tenido que adaptarse y transformarse – sin duda de manera permanente – para esta etapa tan particular.

Por supuesto, la persistencia de esta transformación digital forzada por la circunstancia, su sustentabilidad y sin dudas su costo de implementación, será proporcional a cuán avanzada estuviera en cada organización esta transformación.

Lo digital ha cambiado la manera en que vivimos, trabajamos y nos entretenemos. Los negocios, los productos y los servicios se repiensan a la luz de las plataformas digitales, impactando en aspectos culturales y humanos para lograr los resultados empresariales que antes se medían sólo en el mundo físico. En medio de esta crisis, los líderes empresariales miran a través de la tecnología, la verdadera dimensión de la transformación de su negocio: adoptan nuevos modelos y diferentes formas de reunir personas, datos, procesos, bienes y servicios.

La transformación digital es un proceso que abarca múltiples aspectos atendiendo diversos desafíos, tales como comunicación, colaboración, automatización, viabilizando diversos tipos de relaciones, internas del equipo, clientes, proveedores, gobierno, etc. Todo esto combinado o determinado por el grado de madurez y cultura de trabajo de la organización y su entorno.

Básicamente, esta transformación tiene que encarar cuatro aspectos:

  • Qué herramientas usan mis empleados
  • Cómo interactúo con los clientes
  • Sobre qué procesos sustento las operaciones
  • Cómo mis productos responden al paradigma digital

Hagamos el ejercicio de “pasar nuestro negocio” por pequeño, artesanal, tradicional o complejo que sea, por estas cuatro aristas en el marco del COVID.

¿Cambiaron las herramientas? ¿Estamos realizando trabajo remoto? Es un claro ejemplo de transformación de las herramientas digitales. Adecuarse a “la nube”, implementar videoconferencias y adecuar los dispositivos al uso corporativo son ejemplos simples de este aspecto.

¿Comenzaron a realizar envíos a domicilio? ¿Vieron incrementados sus contactos por Whatsapp? ¿Fue necesario cambiar los horarios de atención o los canales, para adecuarse a lo que los clientes necesitaban en tiempo y lugar? No se diga más, se está transformando la interacción con los clientes.

¿Fue necesario cambiar el modo de liquidar sueldos? ¿O de pagar a proveedores? ¿O de preparar pedidos? Les puedo asegurar que sus procesos de negocio han sufrido una transformación como parte de la adaptación a la crisis.

Y por último, y no menos importante. ¿Le hemos agregado a nuestro producto esa cuota de SERVICIO? Un aspecto fundamental de la transformación del producto es su combinación con el servicio. Ya no existen por separado uno y otro. Cuando el repartidor de pizzas agrega el pago por código QR, o el médico atiende por videollamada, o los bancos incorporan turneros para que los clientes no se aglomeren, definitivamente hemos ingresado en la transformación del producto, que ahora contiene indefectiblemente y para siempre, una cuota de servicio.

Afortunadamente hay muchas herramientas empresariales, que cubren diversas necesidades del proceso de transformación digital.

El siguiente grafico puede mostrar uno de los caminos hacia la transformación digital a través de la adopción de las distintas herramientas…

Por eso digo, no sólo que fue la pandemia el puntapié inicial para el uso de nuevas herramientas de comunicación y trabajo, sino que su combinación con la actividad económica y la preocupación por mantenerla han hecho que las empresas iniciaran caminos de cambio en procesos, productos y personas que, si se continúan, perduran y profundizan nos dejarán muy bien colocados en nuestro plan de transformación digital. Todo dependerá de nosotros, que al retomar cierta normalidad, impulsemos en nuestras organizaciones cambios permanentes en pos de una verdadera transformación.